El otro día charlando con alguien me preguntaron por qué hago tanto deporte. Si es porque me gusta o es porque creo que es lo que tengo que hacer para verme bien. En el momento la pregunta me desconcertó (no venía a colación de lo que estábamos hablando en ese momento) y, para salir del paso, respondí «un poco de las dos cosas, porque lo disfruto mucho y además me gusta estar en forma». Pero algo de mi respuesta me dejo disconforme y pensando. Porque en realidad son muchas más las razones por las que hago tanta actividad física. Y eso me inspiró a escribir este artículo hoy, para yo misma auto-recordarme todas las razones por las que hago que el movimiento diario sea una prioridad en mi vida:
– Porque creo que es en este momento de mi vida (perimenopausia) en el que estoy sentando las bases para una vejez saludable, llena de energía, movilidad e independencia y se que para eso es fundamental desarrollar una buena masa muscular y buena salud cardiovascular.
– Para mejorar mi salud metabólica, que no es más que poder transformar en energía todo lo que consumo (la mayoría de las enfermedades de hoy en día tienen su origen en el metabolismo).
– Para mantener un buen balance hormonal, también clave en esta etapa en que la revolución hormonal es inmensa y mi cuerpo se está preparando para entrar en menopausia (y de paso transitar mejor este camino que puede ser bastante tedioso para algunas mujeres).
– También lo hago por mi salud mental. No hay vez que termine de entrenar que no sienta el subidón instantáneo de energía y felicidad (la dopamina que se libera en el momento es real) y la sensación posterior de que puedo con todo. La actividad física es mi terapia, mi forma de mantenerme en eje, de volver a mi misma y estar presente. Siempre dije que el deporte me sostuvo hasta en las situaciones mas difíciles.
– Para manejar el estrés y regular mi sistema nervioso, nada me resulta mas efectivo que moverme.
– Para tener un sueño de mejor calidad y que sea realmente reparador en donde mi cuerpo pueda realizar todas las funciones que debe en ese momento fundamental para nuestro organismo (como los procesos de detoxificación y eliminación, liberación de la hormona de crecimiento, etc.).
– Para seguir desarrollando valores como: disciplina, resiliencia, valentía, confianza, constancia, humildad, coherencia, determinación y autoestima.
– Para dar el ejemplo a mi hijos y mostrarles que siempre deben llenar su propio vaso primero para después poder brindarse al resto. Que el cuerpo es un templo y que hay que cuidarlo como lo más importante que tenemos porque, al fin y al cabo, lo es. Es lo que nos va a permitir hacer todo aquello que queremos. Y la mejor manera de enseñar es con el ejemplo.
– Ah! Y también lo hago porque me gusta verme bien, por supuesto 😉
Tengo ya tan arraigadas mis rutinas de entrenamiento y es tanto lo que lo disfruto que a veces tengo que obligarme a cumplir con los días de descanso (me costo pero finalmente entendí que el descanso entre entrenamientos es clave). El otro día leí por ahi que «cuando el día de descanso sea tu día difícil, lo habrás conseguido». Y senti que me hablaban a mi.
Asi que, la próxima vez que alguien me pregunte por qué hago tanto deporte, no me agarrará por sorpresa 🙂
Siempre con amor,
Agus